El protagonista de esta historia es un conocido influencer, un triunfador. Desde pequeño le impusieron las costumbres y le educaron como hombre adinerado. Divulgar y vender las claves del éxito es su profesión. Trepar a lo más alto de la pirámide es su rutina. Lo único que sabe hacer, es ganar.

Su osadía le coloca sin querer, en medio de una pista de circo. Su audiencia le pide que demuestre también ahí su valía. ¿Sus estudiados discursos de acción sobre la perfección y su altiva actitud de porque yo lo valgo, serán útiles para triunfar en esa plaza?
En esa plaza no hay artificios, filtros, ni ficción, ahora hay un mágico efímero directo, la gente está cerca, oyes su respiración, ves cómo le brillan los ojos y sientes que lo que quiere es vida, que le vibre el corazón.

 ¿Y ahora qué?

Lanza los malabares al aire y casi le salen. En cada fracaso, en cada casi, descubre algo casi nuevo que hacía mucho que no sentía, el afecto del público, el calor y arrope que le dan, no por ser perfecto, sino por el valor de intentarlo y la simpatía por su humana imperfección.